Mondol nos ofrece un texto sumamente atractivo y de agradable lectura, basado en una rigurosa investigación, y nos invita a descubrir el proceso de apropiación de este género musical en el ámbito urbano costarricense.
La lectura de este libro nos lleva más allá, pues paralelamente al recuento de la práctica del tango a lo largo de cien años, presenta otros temas sugerentes: la influencia poética del tango y la música tradicional argentina en algunas manifestaciones de la música folclórica costarricense; el paralelismo poético que se produce entre el arrabal bonaerense y el josefino, que incidirá en la identificación que un grupo importante de aficionados urbano-marginales de nuestro país tendrá con el género y cómo el proceso oscilante de rechazo y aceptación del tango refleja el proceso de búsqueda de la modernidad del país, la cual se inserta, a su vez, en el contexto latinoamericano.