Vargas Coto, Joaquín


Joaquín Vargas Coto (1895-1959) fue una de las más ilustres personalidades del periodismo costarricense. A ese importante quehacer llevó no sólo su fina y despierta inteligencia, sino unas excepcionales condiciones estéticas que le otorgaron a su prosa un estilo inconfundible. Tal particularidad sobresale en sus numerosos escritos, especialmente en sus crónicas, género del que fue un verdadero maestro.
La mayor parte de su obra se encuentra desperdigada en periódicos, como 'El imparcial', diario donde hizo sus primeras armas, 'La Tribuna', 'Diario de Costa Rica', 'La Prensa Libre' y 'La Nación'.
Muchas de sus crónicas acerca de temas políticos, taurinos, de viajes, asuntos del idioma y costumbristas, aparecen amparados a diversos seudónimos: Claudio Docel, Corinto y Oro, D´Artagnan, Juan F. Sanabria y el Húscar Blanco, quizá el más conocido de todos.
Otros de sus seudónimos con el que suscribió una serie de cartas publicadas en 'La Nación', fue el de Camilo Galagarza Cabalceta. Estas misivas, fechadas según el arbitrio del autor, en Curubandé, Liberia, fueron recogidos en un libro: Cartas de don Camilo, editado por la Editorial Costa Rica. Se trata de epístolas escritas con extraordinario pulso verbal y sentido de humor, las más de las veces picaresco mediante el uso de formas del habla popular guanacasteca. Otro de sus libros está constituido por un conjunto de crónicas referente a su viaje a España: Por los caminos de España.

Nació en Tres Ríos y fue bachiller del Liceo de Costa Rica. De interés intelectual polifacético, toda su vida fue un estudiante que aumentó día a día el caudal de sus conocimientos. Consagrado al ejercicio profesional del periodismo, en 1932, mientras informaba sobre la toma del cuartel Bellavista, fue herido en una pierna. En una época en que no existían antibióticos, la herida nunca cicatrizó, limitó su salud el resto de su vida y le llevó a la muerte. Tuvo el dolor de ver morir a su hijo Jorge Vargas Gené, también periodista, quien con solo una libreta y un lápiz, informando para La Nación perdió la vida en 1955, en la batalla de Santa Rosa, en la que también fue herido otro de sus hijos, Joaquín. Estos dolorosos acontecimientos no doblegaron su espíritu ni disminuyeron su humanismo. Falleció en San José. Había sido por muchos años secretario del presidente Ricardo Jiménez, y el canal utilizado por este para comunicarse con sus compatriotas.

origen de la biografía:
http://wvw.nacion.com/viva/2003/septiembre/15/cul4.html