Nadie que esté feliz escribe es un libro que desafía la idea de que la escritura nace del dolor. A través de cuarenta poemas íntimos y profundamente humanos, Gustavo Solórzano-Alfaro nos invita a mirar la vida desde la ventana de la cotidianidad: el vino compartido, el regreso del trabajo, el jardín y sus hormigas. Con un lenguaje sencillo pero cargado de resonancias culturales y emocionales, el autor construye una masculinidad reflexiva, amorosa y madura, donde las mujeres —la madre, la hermana, la esposa— son centro y equilibrio.
Este libro es también una reconciliación con el matrimonio, con la vida en pareja, con los días que no hacen noticia pero que sostienen el mundo. Escribir desde la felicidad parece imposible, pero Solórzano-Alfaro lo logra, y en ese logro hay una belleza que conmueve. Publicado previamente en el extranjero, su llegada al catálogo de la Editorial Costa Rica es un acto de justicia poética: este libro merece estar en el linaje editorial costarricense.